Breve historia del abanico
El abanico es uno de los complementos que han acompañado a la mujer durante siglos. Su origen se remonta a la antigüedad. Eurípides nos cuenta que este instrumento era conocido por los pueblos bárbaros, aunque ya tenemos constancia de su uso en el antiguo Egipto, al aparecer representados en las tumbas tebanas. La tipología usada en Egipto y Grecia consistía en una serie de plumas dispuestas en forma de semicírculo unidas a un mango. En Roma, según Virgilio se utilizaban en la festividad dedicada al dios Baco. Tanto egipcios, babilonios, persas, griegos y romanos utilizaban este pieza como un elemento de lujo, reservados tan solo a las clases más pudientes.
Oinochoe de Apulia. Cerámica de figuras rojas. Magna Grecia. Siglo IV a.C
Algunos de los primeros ejemplos más antiguos preservados se descubrieron en 1922 cuando Howard Carter y su equipo localizaron y abrieron la tumba de Tutankamón. De todos los abanicos del Faraón, es el llamado Abanico de Oro. Revestido íntegramente en pan de oro, la parte superior semicircular del mango está cincelada con un diseño del faraón cazando avestruz. El descubrimiento de los abanicos del faraón demuestra que los abanicos, desde un punto temprano de su desarrollo, no eran simplemente objetos utilitarios, sino también símbolos de estatus y riqueza destinados a impresionar en lugar de simplemente refrescarlos..
En
el mundo oriental los primeros abanicos conocidos tenían formas rígidas, ensambladas
con pergamino, metal y seda. Los japoneses desarrollaron el abanico plisado
alrededor del siglo XII que no llegaría a Europa hasta el siglo XVI, y
posteriormente difundido por todo el mundo por los comerciantes que cruzaban la
Ruta de la Seda.
Abanico plegable japonés. Siglo XII. Período Heian. Santuario Itsukushima, Hatsukaichi, Hiroshima, Japón.
Los
abanicos de mano de Oriente de bandera y de plumas llegaron a primera vez a
Europa a través de Venecia por los cruzados en el siglo XII. Inicialmente, su
uso se popularizó principalmente en el norte de Italia, donde con el tiempo se
desarrolló la primera industria independiente de fabricación de abanicos de
Europa. A lo largo de los siglos, los abanicos de mano fueron apareciendo en
innumerables retratos de mujeres de alta cuna, donde funcionaban como símbolos
de estatus femenino, "cetros de soberanía" femeninos, por así
decirlo. La inclinación de Catalina de Medici (1519-1589) por los abanicos, por
ejemplo, se evidencia en una serie de retratos.
Catherine de Medici with a small feather fan. Miniature by François Clouet, France, c. 1555. Victoria & Albert Museum.
Durante el siglo XVIII, la considerada como edad de oro de la fabricación de abanicos, nacieron gremios y talleres en toda Europa. En Inglaterra, la Worshipful Company of Fan Makers se incorporó en 1709 bajo los auspicios de la reina Ana. En Francia e Italia, que se convertirían en centros comerciales de fabricación de abanicos, los talleres emplearon a los principales artistas, talladores y calígrafos que otorgaron a estos accesorios una elegante tracería; escenas pastorales y fte-champtres; dioses griegos dorados y amorcillos de mejillas sonrosadas; delicados pasajes tomados de las pinturas de Watteau, Fragonard y Caravaggio.
El
abanico plegable, probablemente un invento japonés, siguió siendo el tipo de
abanico más conocido y común. Sus hojas de amplia apertura ofrecieron una
plataforma para virtuosas obras de arte portátiles. Casi no había límite para
la imaginación y la atención al detalle con la que cada fabricante de abanicos En
versiones más ostentosas, los palos y los dos protectores de la montura estaban
hechos con marfil, nácar, carey, maderas exóticas y metales preciosos y adornados
con tallas y calados elaborados, así como con aplicaciones hechas de diamantes
y gemas preciosas.
Abanico rococó realizado en seda, bordado con lentejuelas, con varas de nácar con aplicaciones de motivos en plata y bronce, Francia, c. 1770. El tema del abanico es el amor. Los abanicos como este eran regalos de boda populares. Victoria & Albert Museum.
Durante
este siglo XVIII los abanicos empezaron a ser difundidos entre las clases
populares como un accesorio de moda. Por primera vez, los abanicos impresos
comenzaron a fabricarse en masa para aquellos que no podían permitirse el lujo
de los abanicos pintados y enjoyados de la aristocracia y la corte. Los
abanicos eran utilizados a diario por todas las clases sociales como un
accesorio ineludible en el gusto femenino. A finales del siglo su tamaño se
ajustará a la nueva moda, haciéndose más
pequeño para poder llevarlo en el bolso. El llamado “abanico de esqueleto”
tenía las varillas más estrechas y separadas. El abanico no solamente
constituyó una pieza obligatoria en el atuendo de una dama, sino que fue un
claro indicador de su calidad, gusto y
elegancia.
Al hilo de la historia que ha acompañado a esta pieza cuya valor simbólico y social permanece en nuestros días, la colección que aguarda nuestra galería de arte cuenta con algunos ejemplos significativos. Del siglo XIX podemos presumir de haber contado con este abanico de pan de oro y plata cuyas representaciones pintadas a mano versan sobre motivos costumbristas y escenas de corte con una exquisita técnica artesanal.
Del mismo siglo, nuestra galería cuenta con una de sus piezas más destacadas. Se trata de un finísimo abanico de firma francesa formado por un varillaje de nácar cuyo país desplega una seda blanca que termina con un ribete de puntilla decorado con motivos florales y acabado con un fondo que representa una escena pintada en acuarela de una bella dama. La extraordinaria calidad de conservación que posee la pieza se debe a la abaniquera de latón perforado y cristal.
Otra de nuestras piezas de grandísima belleza con que contamos es un abanico de principios de siglo cuya decoración exhibe cerezos en flor y aves estilizadas.
Todos estas piezas se encuentran publicadas en nuestra página de web. No dude en visitarnos.
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